Parafraseando a J.M. Keynes podríamos decir que los científicos que se creen libres de influencias literarias son generalmente esclavos de algún filósofo ya muerto. En este caso Platón, quien soñaba con expulsar a los poetas de su República ideal. Él también aspiraba a terminar con los difusores de mitos y reemplazarlos por cultivadores del pensamiento riguroso (el suyo, claro).
Pero desde que Thomas Khun publicara "La estructura de las revoluciones científicas" (1962), sabemos que los científicos se aferran a ideas erróneas (paradigmas) por muchas razones subjetivas (orgullo, prestigio, interés y hasta fé religiosa). Algunos "evangelizadores" de la divulgación científica son patéticos, como esos etólogos que estudiando a las palomas dictaminan sobre la organización social humana. Los biólogos podrán seguir escaneando la actividad cerebral y registrando los cambios hormonales, seguramente con gran provecho para la Humanidad. Pero difícilmente avanzarán un centímetro más allá en la comprensión (y el control) de las Pasiones de lo que lo hicieron Shakespeare y Freud.
Allí donde nos pensamos, no somos. Un animal no se piensa: es lo que sus instintos le indican. Nosotros lidiamos con una carga inconsciente que nos lleva a tropezar y a actuar contra nuestras intenciones conscientes, burlándose de nuestra racionalidad una y otra vez. Y cuando más nos enfundamos en certezas positivistas y dogmas es cuando más fácilmente perdemos contacto con lo Real.
La humilde aceptación de nuestra radical incompletud, de la provisoriedad de nuestras certezas sería, ya, un saludable principio de realismo. Lo cual no quiere decir que no se pueda conocer y avanzar (el agnosticismo absoluto es autocontradictorio). Sólo significa que el conocimiento certero de una región parcial de la realidad no da derecho a creer que se ha llegado al dominio de la Totalidad. Y -sobre todo- que extrapolar ese conocimiento a regiones ajenas a nuestro saber es sumar soberbia a la ignorancia.
Comments (4)
Me atrevo a disentir, creo que estos tiempos son hiper-esthesicos (entendiendo por esthesis lo que se complementa a la razón, pero desde afuera), y un poco de racionalismo no viene mal. Obviamente un evangelio de la ciencia como discurso de la despolitización no es racionalista, tampoco lo es el empleo abaratado de los sentimientos y cierta vulgata freudiana-romántica (y hay que recordar que Freud y Lacan se sentían científicos, Jung ya no) que hoy se ve en los medios y el discurso público en general. Dos ejemplos: La SRA, que no discute argumentos científicos en contra de la sojización blandiendo las banderas emocionales del "interior" y el "campo"; el gobierno de Bush que n discutió argumentos racionales sobre la improbabilidad de que haya armas nucleares en Irak y prefirió agitar con un discurso mesiánico occidentalista.
Como decía Einstein: "La ciencia tiene todas las respuestas, sólo que nosotros no tenemos toda la ciencia". Saludos.
No hay problema con disentir, pero me parece que hablamos de cosas diferentes. Una cosa es la manipulación barata de los sentimientos y otra es su estudio y conocimiento.
Esta es una polémica anglosajona sobre qué élites unversitarias deben dominar la educación y la asignación presupuestaria.
Yo estoy por la Racionalidad, lo que implica entender nuestro componente irracional (como hizo Freud, fanático de Shakespeare). Pero estoy contra el Racionalismo, que es esa ideología "cientificista" que pretende obturar la angustia existencial erigiéndose en un nuevo sacerdocio. Me refiero a esa información periodística que da respuestas diarias a "nuevas fobias", promoviendo soluciones químicas a neurosis sociales de origen político. Creo que en el fondo estamos de acuerdo. Un abrazo.
Yo, que me parezco a C.P.Snow fisicamente, dije una vez que preferiria vivir en un mundo sin Einstein pero donde no podia faltar Baudelaire.
No optemos. Ojalá hubiera muchos científicos con la aguda conciencia humanística de Einstein. Saludos.