La consigna para ilustrar la sección Debates de esta semana fue: "los saqueos agarraron desprevenido al gobierno". De las notas que acompañan, me parecieron correctas algunas apreciaciones de Pablo Alabarces.
Pasada la tormenta de acuartelamientos extorsivos de las policías provinciales y las olas de saqueos -claramente estimulados y organizados- se sucedieron muchos análisis periodísticos que apuntaron certeramente a la perversión del "sistema" no explicitado por el cual los bajos salarios del personal policial es compensado por la "regulación" del delito que sus jefes ejercen con la anuencia tácita, cuando no con la complicidad de los gobiernos provinciales.
Pero, posiblemente, la mejor organización de los datos con un sentido amplio de la trama política tras bambalinas sea este texto de un integrante de Carta Abierta. Para complementarlo y empezar la discusión abierta -que hoy sólo existe de modo asordinado entre quienes apoyan más o menos decididamente al actual proyecto-, transcribo el comentario que le hice.

Querido David: tu texto es un extraordinario esfuerzo de ordenamiento de datos dispersos para evidenciar las conexiones que los vinculan. Pero -para ser realmente un texto de análisis político- le faltaría la otra cara de la moneda. Es decir: ¿qué carencias o errores ha tenido la gestión del gobierno popular para presentar los flancos débiles por los cuales ha podido abrirse paso la conspiración destituyente?
Sin poder encarar un desarrollo tan profundo y completo como el tuyo, sólo me limitaré a señalar tres aspectos como sugerencias para la discusión.
1) Mantener indefinidamente un esquema de crecimiento del PBI centrado en el consumo individual (con su secuela de valores competitivos alienantes), estimulado por la imposibilidad de ahorro (tradición ascética-conservadora) derivada del permanente corrimiento de los precios (inflación). Incluyo en el problema el alto nivel de economía en "negro" o semilegal -lindante con las zonas grises de la delincuencia- que son campo fértil para el "autofinanciamiento" extrorsivo de los cuerpos policiales.
2) Ligado con esto, la falta de legislación estable de la coparticipación federal que mantiene a los presupuestos provinciales en la permanente indefinición de sus ingresos y, en consecuencia, del retraso de los salarios bajo su órbita desde la descentralización regresiva operada por el neoliberalismo de los '90 (docentes, salud, policía).
3) Una práctica política que mostró durante los primeros dos años del segundo mandato de Cristina una fuerte tendencia a encerrarse en torno a un grupo de lealtad acrítica (la "mesa chica") que no sólo la fue privando del acompañamiento (o, al menos, la neutralidad) de sectores sociales y sujetos políticos previamente no opositores, sino incluso, la paralización de parte de la militancia cuya autoorganización fue tratada con indiferencia y hasta desconfianza (movimientos como el Evita, intendentes desplazados de intervenir en la confección de listas, etc). Las consecuencias de estas prácticas se hicieron evidentes tras los resultados de las PASO, por lo que se intentaron corregir de manera parcial y desprolija con la toma de medidas dispersas (elevación del piso de Ganancias, listas de Concejales y colectoras, etc.).
Creo que todavía estamos a tiempo de corregir errores y evitar la frustración de la experiencia popular. Pero para ello es necesario que el análisis de los factores destructivos a los que nos enfrentamos sea completado con el de los errores y reclamar la apertura a la discusión interna y la habilitación a la presentación no verticalista de las candidaturas.
Recuerdo que en una conversación con militantes del PI antes de las elecciones calculábamos lo que podríamos hacer en los próximos tres años -el tiempo que suponíamos tener antes del siguiente golpe militar-. Tal era la sucesión "normal" a la que nos habíamos acostumbrado. 
El hecho de que hoy estemos celebrando (mal que les pese a los que insisten en hacernos sentir estrictamente vigilados) treinta años de institucionalidad democrática -conflictiva, discutida y a los tropezones- resulta ser una experiencia impensada para la generación de los que ya eramos adultos por entonces.
La nota que acompaña esta ilustración destaca las "asignaturas pendientes": precariedad, abusos de poder, corrupción, clientelismo y una cierta indiferencia según la conveniencia egoísta de cada uno. Desde ya que se pueden encontrar esos defectos, como seguramente se los podrá encontrar en muchos otros países. También podría encontrarse otros que la nota no señala: concentración del poder económico y mediático y extranjerización de los factores claves de esa concentración que condiciona la capacidad de los gobiernos electos para cumplir con sus programas.
Y aún así, se podrían encontrar también aspectos para valorar: básicamente, la sensación de que las cartas no están echadas irreversiblemente. De que -si las iniciativas sociales encuentran canalizacionnes políticas- este es un régimen dentro del cual existe todavía un cierto grado de fluidez que permite pensar -y a veces conseguir- alteraciones de las reglas de juego que en otros países son menos imaginables.