El post del estribo de este año es para una entrevista reciente, en la que Natalio Botana tira algunas líneas que podrían servir para un debate político un poco menos berreta que el dominante. 
Se le podría reprochar que, al caracterizar el desastre ferroviario de Once como ejemplo de la cultura del "Estado-botín", no profundiza en la historia previa de desmantelamiento y privatización del Estado en los '90. Tampoco dice cómo revertir esa historia.

Pero se le debe reconocer la honestidad intelectual de no ocultar que los aspectos que le disgustan de los gobiernos elegidos por el voto popular no nacieron con ellos. No son muchos los intelectuales orgánicos del conservadorismo argentino capaces de explicitar los pecados originales de las élites -autoproclamadas liberales- al momento de plantar el andamiaje de ese Estado con los mismos objetivos parasitarios que reprocha en los partidos populares. Y su posterior prefererencia por los golpes armados (o el copamiento del menemismo que, incluso, parece reprochar a la pasividad sindical).

Dicen que la altura de uno se define por los adversarios que elige. A mí me gustaría que los intelectuales y periodistas que sacan la cara por este modelo de gobierno debatiesen más con Botana y menos con Carrió.

Después de todo, no estaría mal como deseo para el brindis de Año Nuevo.


"Justicia, justicia perseguirás" reclama el mandato bíblico que se popularizó después del brutal atentado a la AMIA. 
Y la Justicia parece ser el tema primordial de la agenda periodística de estos días. Tanto en el ámbito interno (Ley de Servicios audiovisuales, caso Marita Verón) como en el internacional (batalla contra los "fondos buitres").
Pero "perseguir" no significa necesariamente "alcanzar"; entre ambos media el instrumento de aplicación: el Derecho. Y el Derecho -lo dejó más que claro el barbudo de Tréveris- es una "super-estructura" que se asienta sobre las "bases materiales" de una sociedad. O, de otro modo, el sistema jurídico expresa un momento particular del juego de fuerzas existentes en una sociedad en un período histórico. Cuando el juego de fuerzas cambia, cambia también el orden jurídico que refleja el nuevo estado de cosas. Y nunca sucede a la inversa.
El gobierno ha lanzado el desafío de que "hay que democratizar la Justicia". Lo que significa que el ordenamiento actual no expresa los cambios que están ocurriendo sino, más bien, las rémoras de un orden anterior, organizado para impedir esos cambios. Se trata de una apuesta fuerte, de resultado incierto; entre otras cosas, porque no sabemos exactamente cuáles son las fuerzas en juego y a qué intereses expresan. Nuestra participación o nuestra abstención del debate político contribuirá, en alguna medida, al resultado final.

En otro momento en que la Justicia estuvo fuertemente cuestionada (hacia el fin de la década menemista) publiqué en el diario "Río Negro" un artículo con el título de este post cuya lectura (salvando los párrafos pertinentes a la época) tal vez fuera de interés actual:

Cuando se actúa en política seriamente ( y no sólo para la propia satisfacción moral o patrimonial ), las acciones deben ser consecuentes con las ideas. Pascal advertía que  “la justicia sin la fuerza es impotente; la fuerza sin la justicia es tiránica”. La ley no es un contrato de libre (in)cumplimiento; la estructura misma de su concepto, recuerda Kant, implica la posibilidad de ser aplicada (enforced, en inglés) por la fuerza. Pero si la ley no es antagónica de la fuerza sino que, por el contrario, la contiene en sí misma, se plantea un dilema: ¿cómo distinguir entre la fuerza de la ley y la violencia ilegítima o injusta?. Ya Montaigne, maestro del escepticismo, se había atrevido a decirlo: “Ahora bien, las leyes mantienen su crédito no porque sean justas sino porque son leyes. Es el fundamento místico de su autoridad, no tienen otro (...) El que las obedece porque son justas, no las obedece justamente por lo que debe obedecerlas”.
Jacques Derrida (Fuerza de ley, Tecnos, 1997) comenta este párrafo destacando la distinción establecida por Montaigne entre justicia y derecho. Mientras la ley tiene necesariamente una forma general, la justicia se refiere siempre a una singularidad, a individuos irremplazables. El derecho es el elemento del cálculo; la justicia es lo incalculable. Por eso, concluye Derrida, el hecho de que la justicia deba ser aplicada por el derecho es una experiencia aporética: una en la que la decisión entre lo justo y lo injusto no está jamás asegurada por una regla. 
Esto lleva a denunciar no sólo los límites teóricos sino, también, injusticias concretas de la buena conciencia que se detiene dogmáticamente ante una u otra norma heredada de la justicia. Pero en el momento, estructuralmente necesario, en que la creencia en un axioma es suspendida por el análisis (Derrida dice “deconstrucción”) se puede creer que no hay lugar para la justicia. Es un momento de suspenso angustiante pero también es el que abre el intervalo en el que las transformaciones y hasta las revoluciones jurídico-políticas tienen lugar. La justicia está por venir, tiene que venir, es por-venir
La idea final de este ensayo de Derrida es resistir a la tentación de una “justicia mesiánica”, coartada para no participar en las luchas jurídico-políticas. Abandonada a sí misma, la idea incalculable de justicia siempre puede ser reapropiada por el cálculo más perverso. Por eso es necesario reconocer que cada avance de la politización obliga a reconsiderar, a reinterpretar los fundamentos mismos del derecho tal y como habían sido calculados o delimitados previamente. Esto fue cierto en la Declaración de los Derechos del Hombre, en la abolición de la esclavitud y en todas las luchas emancipatorias que están y deberán estar en curso en todo el mundo.


No siempre tiene uno la oportunidad de decir con satisfacción que la ilustración salió muy parecida a como la había imaginado. Encontrar una buena fotografía para el fondo también ayudó bastante.

Sobre el tema de la nota no voy a agregar nada, porque esto se venía venir desde que se confeccionaron las listas y así lo consigné en su oportunidad.
Recomiendo leer la opinión de Sidicaro. Según él, Moyano empezó a distanciarse cuando le denegaron colocar un hombre suyo como candidato a Vice. ¿Y quién era este hombre? nada menos que Recalde, quien -para colmo de la ironía- abandonó a Moyano y se quedó junto a la presidenta.

Ahora que me acuerdo, sí tengo algo que agregar. Un marxista independiente como el profesor Astarita, llega a la conclusión de que -pese a lo limitado de los motivos del paro del martes- correspondía apoyarlo como postura de clase. Humildemente, creo que se equivoca. Esta movilización sindical no tenía contenidos de clase, ya que no estaba dirigido a disputar una porción de la plusvalía que se apropia la burguesía, sino a disputarle al Estado la proporción de aporte solidario que el sector mejor pagado de los asalariados hace al más desaventajado. Ya sé que ese aporte debería salir integramente de las ganancias patronales. Pero en esta realidad de hoy, hablar como Micheli de "hambre" por los aportes de asalariados solteros que ganan más de cinco mil pesos, es pedir que se lo tome a la chacota.

Aunque el primer mandato de Obama fue bastante desilusionante para sus entusiastas por su empecinada timidez negociadora  frente a las corporaciones y la campaña vociferante de la derecha, su triunfo en las elecciones para un segundo período (o, más bien, la derrota de Romney) supuso un gran alivio.
Tal vez, la cuestión principal que estaba en juego (aunque no se lo mencionara mucho durante los debates) era el nombramiento de un juez para la Corte Suprema ante la probable jubilación de uno de los integrantes del cuerpo durante este período. La incorporación de un miembro liberal equilibraría la balanza inclinada hacia el conservadurismo durante los ocho años de Bush. Esto permitiría poner límites a los aportes multimillonarios a los candidatos (que ya presentan un carácter de transacción comercial casi desembozada) y mantener conquistas liberales básicas, como la protección social a los desvalidos, el derecho al aborto, etc.
La gran novedad  que trajo esta elección, fue el peso decisivo que tuvo el voto de las minorías (latinos, negros, feministas, gays) frente al tradicional voto del "angry-white-man", el hombre blanco enojado, con el que se embanderaron los republicanos. Rush Limbaugh (uno de sus voceros radiales más escuchados) llegó a gimotear "hay que reconocerlo: nos están sobrepasando".
Sin embargo, aunque el cambio pueda parecer espectacular (y anuncie episodios de resistencia violenta) sus efectos en el largo plazo probablemente se limiten a los aspectos culturales del "melting pot" (el crisol de razas) antes que a la propia estructura económica del país o sus tendencias generales en la escena mundial. Lo que estos sectores reivindican es el reconocimiento a su derecho a participar en un pie de igualdad en el "sueño americano", no a cambiarlo por otro.

El último actor en entrar en la liza fue el "cambio climático", gracias al impacto del huracán Sandy sobre la orgullosa Nueva York y el resto de la costa nor-atlántica. Casi ni mencionado durante la campaña, ocupó un lugar de privilegio en el discurso del presidente tras la victoria. Y, probablemente, sea en este tema en el que más visible se haga la distancia entre las palabras y las cosas. La ecuación es simple: las nuevas tecnologías de extracción de hidrocarburos de esquistos (shell oil, tight gas) ofrecen la perspectiva de revertir la curva ascendente de los costos y -sobre todo- terminar con la dependencia de la importación y el condicionamiento de la política exterior. El progresivo "desenganche" de Estados Unidos de la intervención en Medio Oriente (incluyendo el respaldo político y financiero a Israel) supondría un cambio epocal.
Lamentablemente, también supondría el "enfriamiento" del apoyo a las energías alternativas. La nave del desarrollo económico seguirá, así, con el rumbo actual inalterable. Aunque esto signifique que haya que invertír más y más en reparar los daños de un casco cada vez más deteriorado.
Muy bien, muchachos, ustedes vayan a votar por todos nosotros acá en el Resto del Mundo y ¡gocen de los próximos cuatro años! (Nosotros estamos cómodos así en el Sur, mientras ustedes no nos prestan mucha atención).

La sección Debates de esta semana se ocupa de la sentencia del juicio a los militares implicados en la masacre de Trelew y los considerandos de los jueces. Secundariamente, también se especula con la responsabilidad del dictador de entonces, Alejandro Lanusse.

El texto es un poco ambiguo. Una jueza sostiene que Lanusse fue el que decidió que los inicialmente fugados del penal de Rawson que se entregaron en el aeropuerto no regresaran a ese lugar, sino que fueran desviados a la base naval; que se pensaba en un escarmiento ejemplificador.
Pero no dice que la decisión del ametrallamiento de los prisioneros (simulando un intento de fuga) viniera de la presidencia. Sólo menciona a "las más altas esferas" (la Junta de Comandantes de las tres armas) en su voto en disidencia con la mayoría, respecto de la absolución del comandante de la base. Los únicos condenados (unos en presencia, otros en ausencia) fueron los ejecutores directos.

Parece poco creíble que un grupo de suboficiales tomaran semejante iniciativa sin conocimiento del superior. Tampoco tengo claro que Lanusse diera la orden o fuera tomado de sorpresa por el hecho consumado. Pero el comandante de la Armada, ciertamente era quien ejercía la autoridad sobre la base. Y la Marina tenía una historia aquilatada de desprecio por las vidas de los civiles. Más aún si se atrevían a desafiarlos.

Pero lo que los dictámenes judiciales no pueden decidir es el juicio histórico sobre el contexto político del hecho y sus consecuencias. La brutalidad y cobardía evidenciada por los uniformados generó el repudio unánime de la prensa y los políticos y promovió una fuerte corriente de comprensión (cuando no de simpatía) entre amplias capas de la población hacia la audacia y la serenidad exhibida por aquellos jóvenes al momento de entregarse. 

Durante un tiempo, las acciones de los grupos armados fueron confundidas con las rebeliones populares iniciadas con el Cordobazo, como una expresión más del hartazgo popular con el empecinamiento de los militares en tutelar la vida civil. Con el tiempo se vería que esos grupos tenía su propio programa "revolucionario"  que no se conformaba con la restauración de las formas democráticas.
Un fantasma recorre Europa; el fantasma del nacionalismo regional. Sea en Escocia, Cataluña, el País Vasco, Flandes o La Padana (norte de Italia), el nacionalismo regional arrecia con la crisis interminable.
Pero a diferencia del viejo nacionalismo popular del siglo XIX, cuando los pueblos menores eran oprimidos por grandes imperios, mantenidos en la pobreza y sus lenguas prohibidas, esta vez el espejismo nacionalista es empujado por políticos ambiciosos de regiones prósperas que dicen ser robados por sus contrapartes menos eficientes.

En España, el gobierno autónomo de Artur Mas reaccionó a las restricciones impuestas por los eurobancos, con medidas aun más duras, culpando al "expolio fiscal" de Madrid por esto. De este modo, la egoísta burguesía catalana espera alimentar los resentimientos de la Guerrra Civil (como si nada hubiera cambiado desde el fin del franquismo) entre las capas medias y así debilitar la resistencia de los jóvenes y los trabajadores oprimidos por sus propias medidas.

Esta estrategia se beneficia de la cerrada negativa de Rajoy a considerar siquiera la posibilidad de un referendum (en Cataluña los separatistas tienen mayores posibilidades de triunfar aun que en el País Vasco). Pero sus posibilidades disminuyen si tienen que ganar la mayoría del padrón censal. En las últimas elecciones un 40% de los habilitados para votar se abstuvieron de hacerlo.

En momentos en que los pueblos europeos en general están pagando los costos de la fiesta de los banqueros, los conflictos nacionalistas impulsados por los privilegiados regionales no tienen efectos beneficiosos que prometerles a aquellos, sino un capitalista "divide et impera".

El primer debate mostró que en política (como en cualquier juego o enfrentamiento en el que uno gana y otro pierde) no importa la verdad sino el efecto. Obama "explicó" mientras que Romney directamente mintió (y ganó el debate, según las encuestas).


Un fin de semana con grandes motivos para festejar. En Venezuela, una elección impecable dio por tierra con las esperanzas (de los envenenadores de la humanidad) de revertir la oleada autonomista de los pueblos sudamericanos.
Y en el torneo de la B Metropolitana, mi querido Platense llegó a la punta de la tabla por primera vez en seis años. De modo que, en vena celebratoria y "en cumplimiento de pactos preexistentes" con el entusiasta grupo de jóvenes que hacen la página de "Platense a lo Ancho", he aquí la primera caricatura dedicada al plantel que lleva en sus pies las esperanzas de ascenso del pueblo "calamar".
Y el primero, claro, no podía ser otro que el 10 que desde hace un tiempo sostiene las banderas del buen juego y el sacrificio por el equipo (y a su esposa que, dicen, le ha inoculado esta hermosa enfermedad). 
Un nuevo libro escrito por el corresponsal de DPA en Chile, Mauricio Weibel junto a Carlos Dorat puede hacer temblar al gobierno del "derechista democrático" Sebastián Piñera.
El libro -basado en documentos recién desclasificados- expone la omnipotente red de espionaje que permitió a la dictadura pinochetista ejercer su acción represiva con precisión "científica".
La red proveía de detallados informes y análisis sobre cada institución -nativa o extranjera- actuante en el país, en línea con los métodos modernos aconsejados desde los Estados Unidos durante la Guerra Fría.
Entre los documentos proporcionados por los autores, se destaca el informe sobre la Vicaría de la Solidaridad de la Iglesia Católica realizado por el entonces viceministro del Interior, Alberto Cardemil, con la lista completa de sus integrantes.
Todavía hoy, Cardemil ostenta la jefatura de la bancada oficialista de diputados en el Congreso Nacional. El presidente Piñera se ha negado a hacer comentarios acerca de esta incómoda evidencia.

La inminente elección presidencial venezolana ocurre contra untrasfondo económico ambiguo
No soy economista ni experto en la vida cotidiana de venezuela. Pero, desde mi punto de vista, el mayor logro de Chávez no es solo el mejoramiento de las condiciones de vida de los venezolanos pobres, sino los lazos anudados con otros países sudamericanos -como Brasil y Argentina- en el Mercosur y la UNASUR para incrementar la autonomía regional.
A uno puede gustarle o no el estilo tropical y populista de los discursos de Chávez; uno puede registrar las carencias en renovación de la infraestructura, pero lo que no puede es calificar de "dictador" a un Presidente que se ha presentado a 13 elecciones (y ha reconocido cuando perdió una), como hacen tan alegremente los conservadores.
Capriles, el candidato de la oposición unida, se ve a sí mismo como unDavid frente a un Goliat. Pero hasta él descarta la posibilidad de un fraude.  De modo que políticos extranjeros como Romney harían bien en empezar a tener el respeto debido por sus vecinos del sur.
Cuando para la semana pasada me encargaron representar los "malos modales" del Kirchnerismo, las amenazas de la Presidenta de "tenerle un poquito de miedo",  que el K. "no hace política sino que ejerce el Poder", etc, me costó tomarlo en serio. Pero así me lo encargaron y así lo dibujé. 
Me cuesta creer que periodistas veteranos e independientes (no le deben  nada a Clarín) tomasen seriamente las "tormentas" artificiales creadas con párrafos editados y descontextualizados. Es claro que hay errores y defectos criticables en las acciones gubernamentales. Pero la dispersión y vaguedad de los reproches que se hacen desde la oposición mediática y sus lamentables corifeos pseudopolíticos no están ayudando para nada. 
Sin una oposición política que constituya una opción de poder, un sistema político se torna desbalanceado y frágil al carecer de alternativas en caso de una crisis del gobierno. Si el elenco gubernamental avanza en el ejercicio del Poder es porque enfrente no hay nada que permita imaginar una alternativa viable en el futuro inmediato. 
Ya tuvimos las experiencia de un gobierno telecomandado por Clarín y el FMI durante el año 2002. En realidad, desde el tibio conato de gobierno autónomo de la primera etapa de Alfonsín con Grinspun, todo fue batirse en retirada, cediendo cada vez más a las imposiciones externas, hasta sumergirnos alegremente en las arenas movedizas neoliberales de Menem-Cavallo. De la Rúa-Duhalde fueron notas al pie de un país convertido en teatro de títeres.
Sería tristísimo que tras una década de respiro de estabilidad en la conducción más o menos autónoma del país, volviéramos a esa pesadilla. Gobierno y oposición comparten la responsabilidad de dejar de centrarse en torno a una figura necesariamente pasajera y permitir la actuación de las figuras que habrán de reemplazarla por algo mejor que monigotes sin palabra propia. Las notas están acá.

Ilustración para una nota sobre los estereotipos de género en la TV argentina (Tinelli, Fulop y otros).

Ayer, 27 de agosto, se cumplierion 18 años de la desaparición física del "Polaco". Hacía varios años que quería dibujarlo, pero no encontraba el tono. Hasta que un post del excelente blog Troesmas, con viejos trabajos del gran Carlos Nine, me dio la pauta.

Mi infancia y juventud transcurrieron en una vieja casa de la calle Manuela Pedraza, casi esquina con Roque Pérez, a escasos doscientos metros del hogar de mi ilustre tocayo en la calle Melián. Sólo estábamos separados por la Avenida del Tejar, renombrada por los autismos políticos como Ricardo Balbín.

La distancia cultural, sin embargo, era mucho más ancha. El Polaco estaba plenamente identificado con su barrio de Saavedra (aunque para los tecnicismos catastrales ambos figuráramos en Coghlan) y los tablones de la perdida cancha de Platense, de Pedraza y Cramer. Frecuentaba los bares de la zona (como otros artistas míticos del barrio: Edmundo Rivero, Lino Spilimbergo o mi maestro, Aurelio Macchi) y desde allí se proyectó a la fama nacional y más allá.

En cambio, ni mi abuelo materno, un esforzado "cuentenik" (vendedor a domicilio) inmigrante judío ni mi madre, siempre soñando con una frustrada carrera de cantante lírica, me hablaron nunca del tango ni de Platense. Al modo de Borges (ejhm) crecí sabiendo más de Historia y de Beethoven que de mi barrio. De modo que a los 12 años decidí por mi cuenta que mi equipo era el Calamar y a los 21 que mi música era el tango. Uno de mis primeros modelos de cantor fue Goyeneche, pero no fue sino hasta poco antes de mudarme que me enteré de su vecina existencia. Lamentablemente, cuando junté coraje para ir hasta su puerta, estaba durmiendo la siesta.

Así que no me queda más que compensar lo irreparable mediante una recuperación mítica del pasado no vivido. Quede pues, este testimonio melancólico  como homenaje al ilustre "Polaco", a Platense y a mi infancia saavedrina como hubiera sido lindo que fuera.
Un conocido apotegma atribuído al economista (Nobel) Simon Kuznets contrapone irónicamente los casos especiales de Japón y Argentina a los tipos generales de países desarrollados y subdesarrollados (el primero es una potencia sin tener condiciones naturales y la segunda, teniendo de todo...bueno). 

Pero una escritora mexicana cree haber mejorado la apuesta: la pequeña Botswana (un desierto con diamantes) se independizó en 1965 y viene creciendo al 9% anual desde la nada, mientras Argentina retrocedió desde los mejores puestos de ingreso per cápita hace un siglo hacia el puesto 51 o 55 actual

La causa de estos desarrollos cruzados sería la estabilidad institucional y la economía abierta del país africano versus la inestabilidad y cerramiento nuestros. Lo que equivale a preguntar qué fue primero, si el huevo o la gallina. 

Para el caso de Botswana, puede leerse aquí una colorida crónica de los méritos que desplegaron el jefe Khama y sus sucesores para librarse del destino de subordinación al racismo sudafricano. Si la sabiduría de esos jefes los preparó para la independencia, no era suficiente para garantizar su desarrollo. Para ello resultó una feliz coincidencia que su subsuelo poseyera las minas de diamantes más ricas y que la empresa monopólica de éstos -De Beers de Sudáfrica- ya no estuviera en manos del cruel Cecil Rhodes sino de la liberal familia Oppenheimer, opositores al Apartheid. 

Para sintetizar: De Beers hizo el país, compartió la empresa con el Estado y preparó alternativas para cuando los diamantes se agoten. También presionó para correr a los bosquimanos San (el grupo más cercano al origen de la Humanidad) de arriba de sus minas. Pero ese detalle es para otra discusión. La de ahora es si el éxito de Botswana se explica por su liberalismo (donde el Estado posee el 50 % de su riqueza) y el retroceso argentino por su cerrazón y desprecio por las instituciones liberales.

El tema es tratado con extensión en un volumen de aspiraciones omnicomprensivas que es el nuevo best-seller académico en EEUU, de nombre "¿Por qué fracasan las naciones?" (Why nations fail?). La tesis, que podríamos llamar institucionalista, sostiene que las causas de la prosperidad no son las condiciones naturales ni la cultura (en ese sentido se aleja del fatalismo) sino sus instituciones jurídicas y económinas. La idea es sencilla: las instituciones pueden ser extractivas o inclusivas. Los países que prosperaron son los que en algún momento pasaron de unas a otras y las que no lo hicieron fracasaron.

Argentina ocupa unas cuantas páginas del enorme volumen de comparaciones. La principal fuente bibliográfica sobre nuestro país es el conocido texto del historiador David Rock. He tenido la oportunidad de traducir los capítulos referidos a nuestro país y no pude menos que insertar unos cuantos (sic) ante errores notorios. Por ahora baste decir que el resumen explicativo es que nuestra primera expansión fue conducida por una élite egoísta (extractiva) que se abrió poco y tarde (ley sáenz Peña) y fue reemplazado por un régimen cerrado (el Peronismo) que no respeta las instituciones ni los contratos. Una explicación simple que recorta la historia estructural y social a su conveniencia. No hay allí explicación del Menemismo neo-liberal, ni del Corralito (¿peronista acaso?) ni, claro, de la Corte Suprema actual.

Pero, ya se sabe, no hay que permitir que las complejidades de la realidad arruinen la belleza de una tesis simple que explica todo, ni más ni menos.
Esta caricatura salió con esta nota en la edición digital. Debió haber salido con esta otra, pero tuve que dibujar sin leer la nota y una primera versión fue censurada. 
No es nada del otro mundo; muchos ilustradores coleccionan los trabajos rechazados. A mí es la primera vez que me ocurre y posiblemente sea un índice de lo rígidas que se están poniendo las posturas conservadoras de los supuestos liberales.
Se puede intentar tapar el sol con un dedo, pero al final se va a terminar quemado.

Esta fue mi caricatura para las notas sobre la fallida demostración de fuerza de Moyano. El resultado fue tan pobre que la nota más destacada de la jornada estuvo dada por la presencia de las sectas caceroleras y videlistas junto a las seudotrotskistas, maoístas y solanistas.

El hecho de que esta Armada Brancaleone haya terminado fortaleciendo al gobierno al que pretendía acorralar no nos debe llamar a engaño. Un sindicalismo dividido y fraccionado, también es un sindicalismo díficil de encuadrar y controlar. El episodio  de la toma salvaje de Cerro Dragón, el mayor yacimiento petrolero activo de YPF, es un índice del tipo de conflictos que pueden estar aguardando en un año de "enfriamiento" de la economía y, por lo tanto, de las expectativas de mejora. Y el anunciado retiro de la Gendarmería tras el luctuoso accidente que le siguió no parece mejorar las perspectivas.

Ya al momenrto de confeccionarse las listas de candidatos del FPV intuímos que las consecuencias de la exclusión de los candidatos sindicales serían las que estamos viendo. La apuesta del gobierno es alta; y si los antecedentes indican algo, quizás estemos en vísperas del envío al Congreso de una ley Asociaciones Profesionales que desmonte las fuentes de ingresos de los sindicatos y su control del encuadramiento de los trabajadores.

Tal vez nos toque asistir a un gobierno de origen peronista que concluya el ciclo del modelo sindical inaugurado por su fundador y tenga éxito ahí donde fracasó el alfonsinismo.


No me cayó bien el encargo de esta ilustración para esta producción. Yo hubiera preferido dibujar a Mitre, histórico representante de un porteñismo egocéntrico y librecambista, incapaz de concebir al Estado como articulador del conjunto de la Nación; ni siquiera al modo burgués dependiente de Roca, que al menos fue capaz de asignar una participación subordinada al resto del país. Pero no había perspectiva histórica esta vez, sino análisis psicológico del malhumor de la clase media con el gobierno, exclusivamente.

De modo que encaré el trabajo sin entusiasmo y sólo me permití agregar un par de detalles para mejorar mi estado de ánimo. Ni siquiera pensaba publicarlo en el blog. Pero la serie de incidentes violentos con los cronistas de la televisión pública y la respuesta burlona de muchos kirchneristas hacia lo minúsculo de la convocatoria cacerolera me impulsaron a agregar algunas reflexiones.

Hasta  ahora, el gobierno y sus partidarios parecen haber reaccionado bien a las provocaciones violentas. Notablemente, D'Elía optó, esta vez, por pedir que nadie se acerque a confrontar con los manifestantes. La postura predominante parece ser la de creer que si no se le hace eco, la algarada acabará agotándose en su propia intrascendencia. Es posible que así sea, al menos en cuanto a esta metodología.

Sin embargo, algunos datos que han surgido me llevan a pensar que los episodios de este tipo continuarán sucediéndose de uno u otro modo. Si estos datos son ciertos, por detrás de estos estallidos de apariencia espontánea existe una estrategia política definida para llegar al Poder mediante la imposición de un clima de hostilidad permanente. Como en las técnicas de tortura y los experimentos de laboratorio con la privación del sueño, se trata de que el sujeto pierda la noción de la realidad, dejándole como única prioridad la urgencia por lograr un poco de descanso.
No se busca que las capas medias se vuelquen hacia un candidato opositor por lo atractivo de sus propuestas o lo seductor de su imágen. Se trata de que la vida se les haga tan insoportable bajo el "régimen" que les "provoca" el estado de vigilia permanente, que terminen aceptando pasivamente cualquier salida que se les ofrezca.

Es una estrategia de mediano plazo que fue experimentada entre nosotros por primera vez contra el gobierno de Yrigoyen. Comenzó con las patotas de "cajetillas" que salían a "cazar rusos y maximalistas" durante la semana trágica de 1919 y se continuó con otros focos aislados, como la Patagonia, para culminar aprovechando los primeros coletazos de la crisis capitalista del '29. Bastó entonces que se sumaran algunos medios (Crítica) y voces moralmente incuestionadas ("La hora de la espada" de Lugones) para que un minúsculo movimiento militar depusiera al presidente, ante la pasividad de la mayoria que lo había votado masivamente apenas dos años antes. La situación se repitió con variantes en todos los golpes sucesivos.

La objeción obvia a este planteo sería que no existen hoy en día sectores militares capaces de ponerse en marcha para la aventura golpista. Pero no hace falta; la estrategia actual no pasa por ahí sino por la fantasía de una "rebelión digital" usando las "redes sociales". La posibilidad de derrotar electoralmente al kirchnerismo ya fue comprobada en las legislativas de 2009 y no se necesitó mucho más que un buen manejo de los medios de comunicación y -el punto crucial- algunas acciones torpes del propio gobierno.

El punto fuerte del gobierno, hasta ahora, ha sido su capacidad de reaccionar positivamente a las encerronas saltando por sobre las tapias de sus propio programa de capitalismo keynesiano, con medidas de ampliación de derechos ciudadanos (jubilaciones, asignación universal) y de recuperación de la soberanía económica del Estado (Aerolíneas, YPF). Esperemos, pues, que continúe en esa dirección, atacando los núcleos "duros" del enquistamiento financiero: el sistema ferroviario, el energético, el crediticio, el hipotecario, etc. Quién sabe, tal vez algún día sea posible blanquear y poner en caja las groseras rentas no declaradas que tantos años de "laissez faire" nos dejaran de herencia.

Vale siempre recordar la advertencia con la que Marx comienza el 18 Brumario: "Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos."
Nunca fui un fan de Bradbury. Pero en abril tuve que recordar su convincente metáfora en Fahrenheit 451, cuando se armó un barullo por la sorpresiva restricción a la importación de libros y revistas. Si bien el gobierno posiblemente estaba buscando ahorrar algunos billetes del balance comercial, la inverosímil excusa invocada fue la de controlar el ingreso de impresos con tintas tóxicas. La realidad es que mensualmente llegan toneladas de revistas no vendidas (principalmente de Europa) que son ofrecidas por debajo de su costo.
Para colmo, estaba por inaugurarse la Feria del Libro de Buenos Aires (con la expectativa de más de un millón de visitantes y compradores), de modo que el gobierno fue acusado de poner en riesgo el futuro de la cultura y la ciencia en el país.
Al final, el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, salió a calmar las aguas publicando una entretenida carta abierta en la que advirtía que no había que confundir una medida comercial con una guerra a los libros en el estilo de Fahrenheit 451. Guillermo Moreno levantó las restricciones a los libros de uso personal y la tormenta se desvaneció.

Ilustración para un artículo bastante informativo sobre una tecnología que es el último chiche de las fuerzas armadas y de seguridad primermundistas: los vehículos aéreos no tripulados (UAV, Unmaned Aerial Vehicle") más conocidos como "drones". El periodismo habló bastante de su papel en la detección de Bin Laden y en el derrocamiento de Kadaffi. Pero van mucho más allá.

Dos datos me parecen destacables:


1) En EE.UU. ya se están entrenando más operadores de computadora militares -para ejecutar acciones bélicas mediante estas aeronaves telecomandadas- que pilotos para aviones de combate tripulados y no hay un solo proyecto de nuevo avión tripulado. En cierto modo, están materializando la distopía de la novela de Philip K. Dick y la película Blade Runner aludida en el título del post. No serán androides con forma humana, pero la fantasía que recorre las neuronas de esos militares es la de hacer la guerra sin invertir material humano con sus desagradables efectos colaterales de molestos ataúdes envueltos en barras y estrellas. Además, la legislación actual no los obliga a tramitar la autorización del Congreso para enviar sus juguetes a la acción. Habría que preguntarse si las masacres de inocentes debidas a errores de sus operadores a distancia también los excusa de pedir disculpas. Pakistán todavía está esperando en vano.

2) "La Fuerza Aérea presentará este mes un régimen regulatorio que habilita a departamentos de policía para volar pequeños drones; así las contratistas militares tendrán de golpe dieciocho mil potenciales nuevos clientes. Las policías tenían hasta ahora poca presencia en los aires debido al costo de aviones y helicópteros; serán más baratos los drones", para citar textualmente el artículo. sólo que las tareas policiales invocadas a continuación (incendios, rescates) parecen más bien un chiste. Si las fuerzas policiales contarán con estos adminículos, sabemos muy bien para qué las van a usar: para controlar a la población civil del propio país. Los futuros ocupantes pacifistas de Wall Street pueden ir poniendo las barbas en remojo.
La sección Debates de esta semana estuvo dedicada a la presencia del maestro Joaquín Lavado en la Feria del Libro y me pidieron que escribiera una nota. La composición de caricatura y foto la hice después, para  el blog.

Crecimos juntos


Pocos son los que –como Quino– pueden disfrutar de ser considerados como un familiar querido por gente de buena parte del mundo. Gente que se acerca a saludarlo con la confianza y el afecto que se tiene por un primo, un tío o un abuelo al que se conoce de toda la vida, aunque no se lo haya visto nunca antes en persona. Una familiaridad que este hombre tímido y poco dispuesto a la figuración social debe haber aprendido a comprender –como una paradoja inesperada– por haber podido realizar su modesta ambición juvenil: vivir del humor gráfico.
Nada tiene de extraordinario esa elección profesional, compartida con muchos otros. Lo extraordinario es la empatía que Quino ha logrado construir con sus lectores de diversas edades y latitudes, de modo que –más allá de la finura de su trazo y el ingenio de sus ideas– deja en ellos una particular sensación de haber participado en la realización del chiste.
Quizá sin proponérselo, Quino ha llevado a la práctica lo que postulaba el Sócrates de los diálogos platónicos: ayudar a su interlocutor a reconocer lo que ya estaba dentro suyo sin que fuera consciente de ello. Como una comadrona (el oficio de la madre del filósofo) del pensamiento. Y, además, nuestro Sócrates humorístico nos ha ayudado a pensar sin perder jamás la cordialidad y la modestia de quien se considera uno más de los simples mortales arrojados a la complejidad de la existencia.
Los temas desde los que Quino practica su prestidigitación son inabarcables. Pueden ser tan abstractos como un cordel enmarañado (símbolo elemental de todas las complejidades de la vida) o tan sofisticados como el abstruso lenguaje publicitario del marketing. Pero su genio creativo también puede encontrar variantes insospechadas en los tópicos más transitados del género: el náufrago en un islote, la manzana edénica o la rutina marital.
El enfoque original con el que ha tocado cada uno de estos temas ya era notorio en sus primeras publicaciones en revistas como "Tía Vicenta". Tanto como para que un veinteañero Caloi –otro talento inmenso y generoso que acabamos de perder– ya a fines de los 60 participara en una conferencia explicando entusiasmado algunos de los recursos con los que el maestro mendocino estaba cambiando las reglas tradicionales del humor. Particularmente en el chiste secuencial, en el que (al "saltearse" un paso antes del remate) invitaba al lector a imaginar la viñeta faltante, participando con su propia inteligencia del acto creativo.
Y, claro, está Mafalda. La historieta que, habiendo nacido como la expresión más aguda de su tiempo y lugar, llegó a interpelar las conciencias de sus lectores trascendiendo las fronteras y los años. Ahí estaban nuestros tumultuosos años sesenta: el departamento mínimo del empleado de oficina (que replicaba el de su creador), la adquisición del primer televisor y el primer auto. Pero también la angustia por la pérdida de la democracia y la entronización de la duplicidad entre los valores declamados y su opacidad en la práctica. Frente a la violencia de una realidad que en los 70 se hacía cada vez menos representable, Mafalda fue derivando progresivamente hacia la reflexión humanística más universal. La pequeña Libertad llegó para recordarnos la exigencia mínima de la que como humanos no debemos abdicar. Y allí se mantiene junto a sus amiguitos, décadas después de que Quino dejara de dibujar sus entrañables personajes. Renovando su mensaje con cada generación que accede al mundo inteligente y tierno creado por este familiar del alma.


En la conversación previa a la caricatura para esta nota sobre el último libro de Ceferino Reato hablamos de contraponer el Videla marcial previo al golpe con el -presuntamente- más sosegado de la actualidad.

Sin embargo, la nota no corresponde exactamente a ese contraste. Tomando cierta distancia del enfoque y la actitud poco inquisitiva del entrevistador, busca, más bien, desarrollar un paralelo entre la Dictadura y el Nazismo. El punto en común estaría dado por la "cosificación" del enemigo, la privación de su humanidad, reflejada en la fórmula cuartelaria ("disposición final") que da título al libro. El paralelo no intenta ir mucho más allá, lo que resultaría escasamente fructífero, ya que la elaboración ideológica de los émulos sudamericanos carecía de la grandiosidad delirante del original. Su programa no pasaba de ser una restauración radical del orden capitalista regional, subordinado a las exigencias imperiales, como es debido.

Y ese programa es, precisamente, el que sigue reivindicando con tozudez el anciano de hoy. De paso reconoce (uno de los puntos más interesantes) la necesidad metodológica de la "desaparición" sistemática, para desorientar y desmoralizar a los enemigos aún por alcanzar. Lo cual resulta en una admisión indirecta del Terrorismo de Estado ejercido desde su gobierno (por cuanto cualquier civil, obrero o estudiante podía integrar las redes enemigas). Y desmiente -de paso- la mentira consciente sobre su ignorancia del destino de los desaparecidos en aquél famoso reportaje filmado de entonces.

En fin, si bien mi interés por los personajes individuales no se extiende desde la caricatura hacia la Historia, sí creo que las particularidades de Videla tienen que ver con la crueldad empecinada de esos primeros años. Y no porque fuera un "terrible hijo de puta" como le exigió Osvaldo Quiroga a Reato que admita. Ese traje le calza mejor a un Pinochet, con sus ademanes mussolinianos y su hipocresía rimbombante que ocultaba cuentas secretas en Suiza. 

No, se trata más bien de la "seriedad mortal" (como definió al joven Heidegger la esposa de Cassirer) con la que un personaje oscuro y de entendimiento limitado quiso cumplir implacablemente con la misión para la que creyó haber sido elegido; tal como asumió la cruz vergonzante que le tocó en su vida familiar. La virtud de la fe implacable -diría Cioran- es la madre de las más terribles crueldades.

PD: Imprescindible leer este artículo para entender la banalidad de lo humano que vincula el genocidio argentino al genocidio nazi.
A medida que el paso de los días va asentando la polvareda levantada por la decisión argentina de recuperar el control de YPF y, una vez aplacadas las amenazas del gobierno y los medios hispanos (y sus sucursales locales), ya es posible juzgar la clarividencia de algunos comentaristas apresurados.
Entre quienes dejaron su muestra para la posteridad, no extraña ver al desmemoriado Andrés de Miami. Y digo "desmemoriado" porque aunque fuera todavía joven cuando dejó estas costas, seguramente ya tenía la edad suficiente como para recordar la importancia que la petrolera estatal tenía en el país y su papel en el desarrollo del mismo. Por eso, su afirmación de que la salida de Repsol hará de YPF una empresa "menos eficiente" no es tan disculpable como en el caso de alguien que sólo la conociera por informes financieros de segunda mano. 
No, hay que pensar que Oppenheimer es -definitivamente- un Alberto Fernández de vuelo internacional, tratando de obscurecer la información circulante sobre su país de origen, en lugar de aportar para mejorarla. Ningún argentino informado que fuera adulto en los '70, puede ignorar que YPF fue sistemáticamente descapitalizada durante la dictadura haciéndole tomar créditos innecesarios, destinados a otros menesteres (Mundial 78, autopistas), obtenibles merced a la garantía que su prestigio significaba para los financistas. Lo gracioso es que él mismo no puede evitar consignar la desmentida inminente a su pronóstico agorero de los males que sobrevendrán al país por permitir que su presidenta "cruce la raya":

“Los argentinos hacen esto una y otra vez: rompen los contratos, no pagan las deudas”, dice Susan Kaufman Purcell, directora del Centro de Política Hemisférica de la Universidad de Miami. “Desafortunadamente, mientras la reacción inmediata es decir que los inversores ya no irán a Argentina, en realidad no dejan de ir”.
Una vez más, el principal servicio que presta Andresito es el de anunciar todo aquello que va a pasar exactamente del modo contrario al que el lo predice. 

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Posiblemente, la Cumbre de Presidentes de América en Cartagena, Colombia, será recordada como la más opaca hasta ahora. Y una de las más embarazosas para los Estados Unidos. No sólo por el vergonzoso asunto de la relación de algunos agentes de seguridad con prostitutas. 
La cumbre se saldó con nítidas divergencias políticas entre USA y Canadá con el resto del continente con respecto a la futura inclusión de Cuba y el apoyo a la Argentina por las islas Malvinas ocupadas por Gran Bretaña.
Por otra parte, la ausencia del grupo radical del ALBA (Venezuela, Ecuador y Nicaragua) le brindó una oportunidad al anfitrión, Santos, de ganarse un lugar como un moderador pragmático pero con principios (al condenar firmemente el bloqueo a Cuba) simultáneamente.

El conocido historiador y columnista de La Nación la emprende en esta entrevista contra el nacionalismo patológico. O, más bien, contra "los nacionalismos"; ya que, asegura, por su plasticidad puede presentarse con ropajes ideológicos de izquierda o de derecha. Pero sus características serían las mismas: exigencia de unidad forzosa, prejuicios emocionales, exclusión de lo diverso.

La caracterización que hace Romero parece más una enunciación casuística que un paradigma teórico. Esta limitación ya me había llamado la atención cuando fui su alumno a fines de los '80 (limitación compartida con su míticamente prestigioso padre, Alberto Luis, también advertible en sus libros; lo que me facilitó en su momento aprobar el examen final eludiendo una fatigosa exposición bibliográfica). Y digo que me había llamado la atención porque recordaba la fuerte impronta teórica de izquierda que tenía el cuerpo de ayudantes de cátedra de Introducción a la Historia que él integraba a principios de los '70. Tanto como para "ocupar" las mesas de exámenes, excluyendo al titular (Pérez Amuchástegui) y "socializar" las notas en exámenes grupales. Pecados de juventud, sin dudas, pero de escaso arraigo posterior.

Pese al enunciado inicial, a lo largo de la entrevista sólo se desarrolla en detalle la formación del nacionalismo católico de derecha (el único realmente experimentado en nuestro país), quedando apartado el Peronismo en tanto fenómeno transversal. Reclama, entonces, alejarse de ese nacionalismo excluyente y simplista para proponer un "patriotismo republicano" fundado en la Constitución y la probidad en la función pública. Claro que -por la ausencia de marco teórico antes señalada- quedamos sin saber cuáles serían las condiciones estructurales que servirían de sostén a esa conducta ideal: ¿sería una economía agro-exportadora con exclusión de los dos tercios de sus habitantes? ¿o sería una basada en talleres familiares sujeta al vaivén de los libres flujos comerciales? ¿o sería necesaria la intervención del Estado para intentar un proyecto de desarrollo diversificado?. ¿Y sería igualmente posible ejercer ese patriotismo republicano y democrático liberal -en cualquiera de estos modelos- sin apelar a algún tipo de convocatoria emocional patriótica para contener los conflictos sociales sectoriales en un marco convivencial?

Antes de plantearnos semejantes cuestiones, la entrevista nos genera el interrogante del motivo de tanta preocupación por la presunta actividad nacionalista beligerante cuya existencia no alcanzamos a percibir en la práctica política actual que (tal vez ingenuamente) nos parece bastante civilizada, pacífica y democrática. Pero el final de la entrevista viene a despertarnos de nuestra ensoñación; el objeto de los desvelos de Romero no sería otro que el gobierno kirchnerista:

Y hoy, sí, sí, el patriotismo, tal cual se lo fogonea desde el poder, simplemente el patrioterismo... no patria.
Acabáramos, ahora se entiende. Debe ser por nuestra escasa sensibilidad y desinformación que no habíamos advertido los llamados destemplados a "destruir a los enemigos de la Patria" ante las masas ululantes, ni las razzias contra los opositores, ni los presos y torturados por razones políticas, ni los asesinatos en el Senado de la Nación. En fin...
Esta es una especie de "post cruzado". Ya que Abel Fernández se me adelantó a publicar el dibujo que ilustra la nota del diario en la que Oppenheimer adelantaba la tensión con que se anunciaba la visita de Dilma a Obama, yo aprovecho para remitirme a su buen post, sobre el encuentro. 
A los temas que destaca Abel (la ambigúedad de la política estadounidense de alianzas regionales y su fastidio por los contactos brasileños con Irán y Cuba) yo agregaría un tema más crematístico filtrado a los cronistas del encuentro: la guerra comercial y monetaria. No sólo por las restricciones impuestas a productos brasileños en el mercado norteamericano, sino por la inundación de billetes verdes que desequilibra la economía brasileña con inversiones especulativas y la encarece.
Por más que se intente disimularlo, el fin de la globalización neoliberal impone medidas proteccionistas estatales y restricciones al comercio y la circulación financiera que sólo los ingenuos -o los que viven de esos intereses- pueden seguir negando.

La perspectiva del artículo conmemorativo de los 30 años de la Guerra del Atlántico Sur tiene su grano de interés: desde el tiempo de Cromwell, hay una continuidad en la tenacidad inglesa por afirmar su status imperial. Pero no puede decirse que esa tenacidad se haya mantenido siempre inquebrantable. El caso más espectacular tal vez hayan sido las concesiones de Chamberlain a Hitler en 1938. Pero en el propio Río de la Plata, el orgulloso Imperio Británico hubo de retirarse tres veces antes de apropiarse de las desoladas islas sub-antárticas; tal vez a modo de compensación.
El insensato paso dado por la Junta Militar de la Dictadura, sin embargo, se encontró con el personaje adecuado para desatar la tragedia subsiguiente. Una política ambiciosa, insensible al costo en vidas humanas que pudiera acarrear la guerra que le venía como anillo al dedo para suprimir la oposición interna a su Revolución Conservadora empantanada. Recuerdo la advertencia de James Neilson, por entonces mi jefe en el Bs. As. Herald, al día siguiente al desembarco: Thatcher es igual a Galtieri. 
Es cierto, como se ha dicho, que el resultado de la aventura bélica le permitió a Thatcher llevar adelante su proyecto de desmantelamiento del Estado Benefactor de base industrial para transformarlo en un modelo de privatizaciones y servicios financieros. Lo que no es tan cierto es que debemos agradecerle la recuperación de la Democracia, derrota militar mediante. La invasión de las islas había sido la "fuga hacia adelante" de un régimen militar cuyo modelo económico ya había entrado en bancarrota. Aún en el supuesto de que la jugada les hubiera salido bien, los errados supuestos dogmáticos del neo-liberalismo seguirían mostrando su inaplicabilidad a una economía periférica, como se demostraría nuevamente en el renovado  intento de aplicación (corregida y empeorada) en los '90. La agonía se prolongaría un año o dos más de lo que duró.
Queda por revisar la incapacidad de la sociedad civil argentina para darle la espalda a la aventura militar. Una cosa es que la población general estaba largamente preparada por años de educación en un patriotismo popular obnubilante (ver la muy buena descripción de este fenómeno en el blog de Eva) para ser incapaz de medir las consecuencias de inflar el ego de Galtieri. Otra cosa es que los dirigentes políticos mostraran su incapacidad para pretender esa posición. Con las excepciones (por razones diferentes) de Alsogaray y Alfonsín, el resto (incluyendo los partidos de Izquierda) cayeron en el seguidismo oportunista o el reflejo dogmático. Gerardo nos permite asomarnos nuevamente al excepcional documento de Carlos Brocato, cuya publicación en Nueva Presencia expuso la inanidad argumental del anticolonialismo de opereta orquestado al calor del abrazo entre Fidel y Costa Méndez.  
Esta caricatura iba para una nota de Oppenheimer, pero terminó saliendo con la nota principal de la visita papal en el cuerpo del diario. Lo más notable para mí fue ver la foto con la inclinación reverente de Raúl, tal como la había intuído (eso si, no disfrazado de obispo sino de civilacho).


Encuentro remarcable que la prensa independiente del Mundo Libre le preste atención a la reunión de dos gobernantes dictatoriales.
Por lo menos, el encuentro parece ser un ejemplo de diplomacia: uno de ellos evita preguntar por los presos políticos y el otro evita preguntar por la pedofilia.

Antes que nada debo aclarar que esta ilustración surge de una transacción. Mi jefe quería escribir un artículo en apoyo a la declaración de los 17 intelectuales y/o habitués de La Nación, así que hubo que negociar. Por otra parte hay que reconocer la amplitud editorial de incluir una nota que contradice con sólidos argumentos jurídicos esta postura.
Como han escrito muchos en respuesta al documento, el debate así planteado es anacrónico. Ni la posición nacional es patriotera ni este grupo es cipayo. Podría agregar de mi cosecha que el problema vital de Sarlo y Cía (que guía todas sus tomas de posición) es haber quedado radiados de los puestos estatales de la industria cultural desde 2003. Y casi diez años de sequía es mucho para soportar, más alla de lo brillante que pueda ser su carrera como intelectuales orgánicos del poder corporativo.
En cuanto a la unanimidad patriotera del apoyo político a la aventura militar del '82, vale la pena recordar el documento de Carlos Brocato que publica(mos) en Nueva Presencia en ese entonces (el mérito no fue mío, claro, sino del director Herman Schiller).
Y, ya que estamos, recomiendo leer el breve reportaje sobre el tema realizado por la agencia Paco Urondo al Profesor y amigo Ezequiel Meler, que es un ejemplo de por dónde pasa el futuro intelectual del la Argentina.
Parecerá extraño que publique esto en lugar de algo sobre Malvinas o el desastre ferroviario de Once. Pero lo que hice sobre Malvinas para este viernes fue levantado y esto lleva varias semanas de retraso.
En realidad, el despacho de agencia es de Diciembre, pero mantiene su actualidad por las cercanas elecciones rusas de Marzo.
No es una novedad que el gobierno ruso se esfuerza por mantener un estrecho control de la prensa y la televisión (aquí hay un informe bastante completo). Lo interesante es que el artículo destaca la actividad de los bloggers rusos como refugio de "contrainformación". Con posterioridad, otras noticias informaban de la existencia de agencias gubernamentales de hackers y trolls encargadas de combatir a estos bloggers.
Como ya advirtiera el analista de la Red Evgeny Morozov, las redes sociales son un arma de doble filo, que los gobiernos autoritarios también saben usar para controlar a sus opositores.
El caso opuesto lo vemos en Latinoamérica, donde gobiernos democráticos ven chocar sus intentos reformistas contra una muralla de medios hegemónicos en manos privadas. Cuando blogueros independientes intentan añadir sus voces a las de los gobiernos, criticando el discurso de los grandes medios, se ven atacados por hackers y trolls contratados por agencias al servicio de éstos (aquí hay un informe en inglés de esta conocida relación).
Cuando me encargaron ilustrar esta entrevista ni siquiera sabía quién era el actual presidente de la UCR. Lo único que me adelantaron fue que se identificaba más con Frondizi que con Balbín.
Si alguien le dedica unos minutos, también va a poder encontrar algunas ideas de cómo el Radicalismo "se fue de Historia" y unos pocos pero sustanciosos conceptos del sociólogo Sidicaro.