Hace casi un mes pensé hacer este dibujo, cuando Rob Rufino encontró esa joyita del ultra-derechista norteamericano Rush Limbaugh identificando a Obama con Perón. Me distraje con otras urgencias hasta que la semana pasada me llega para ilustrar un artículo sobre políticos que usaron exitosamente las tecnologías de comunicación de su época. Y ahí estaban ambos de nuevo. Algo habrá, nomás.
Sabemos que para esa derecha recalcitrante nombrar a Perón es agitar el fantasma del populismo intervencionista avanzando sobre los derechos y las libertades individuales. Otras semejanzas superficiales se suman: outsiders del establishment político que de un día para el otro despiertan el entusiasmo multitudinario; imprevisibles, poco confiables.

Pero lo que a nosotros nos interesa es otra cosa: ¿hay algo semejante en las condiciones que facilitan la llegada de ambos hombres al poder? ¿hay paralelos epocales que permitan inferir lo que nos espera?
Abel y Manolo (¿quién, si no?) apuntaron su sabiduría y abrieron polémicas más que interesantes en los comentarios. Es muy claro que a Limbaugh le molesta -como dice Manolo- que Obama haya permitido al Sindicato entrar a la dirección de Chrysler como acreedor privilegiado, frustrando a los fondos buitres (tenedores de acciones desvalorizadas) que esperaban beneficiarse del desguace de la empresa. Pero a menos de un mes, el destino de General Motors parece muy diferente. ¿Qué clase de "peronismo" será el de Obama?

Es posible que tenga razón Laclau cuando ve en todo fenómeno de entusiasmo político popular un "significante vacío" que sintetiza múltiples demandas diferentes; la mística, podríamos decir. Pero no olvidamos la advertencia marxiana: los hombres hacen la historia, pero la hacen en condiciones no elegidas por ellos.
La del '30 había sido una crisis de crecimiento capitalista que se saldaría con la incorporación de grandes masas al consumo. Y una crisis política -con la experiencia socialista polarizando y amenazando al control social- que se saldaría con la barbarie bélica universal como condición disciplinadora.
Perón se hace cargo de la amenaza reivindicativa de las masas (y de las urgencias militares de un país aislado por la economía competidora de la nueva potencia hegemónica) y las incorpora al consumo como base del desarrollo industrial. Era el intento de un bonapartismo progresivo en un país dependiente por solucionar la cuestión nacional truncada por el esquema agro-exportador.

Obama llega al gobierno de una República Imperial que -tras vencer a todas las potencias competidoras y ser el primer patrón clientelar del mundo- se revela incapaz de administrar la especulación financiera insaciable desatada por ese poder. Muchas fortunas virtuales deberán "disolverse en el aire" antes de que el sistema pueda encontrar un punto de equilibrio provisorio. Y difícilmente las fortunas virtuales acumuladas se disuelvan sin pelear, como las explosiones radiales de Limbaugh lo advierten.
Otra república imperial -Roma- estuvo en una encrucijada semejante (con todas las salvarguardas debidas) tras vencer al competidor cartaginés: fortunas súbitas, inflación y desocupación impulsaron al liderazgo popular a los reformistas hermanos Gracos. La resistencia de los ricos a ceder posiciones llevó al asesinato de los reformistas y a una prolongada guerra civil que no acabó sino con la dictadura cesarista.

Por lo que parece, Obama no está dispuesto a suicidarse y andará con pies de plomo. Así que los "tiempos duros" (the hard times) de los años '30 están aquí para quedarse. Podemos suponer que será nuestro modo de vida por un buen (mal) tiempo. Habrá que tener inteligencia política para evitar que la solución a esta crisis sea otra caída en la barbarie.

Este dibujo tiene casi cinco años. Fue hecho para esta nota de Eduardo Basz sobre Quebracho, grupo que por entonces reivindicaba todas las corrientes "antiimperialistas" posibles. Incluyendo el "nacionalismo revolucionario" al que se habían vinculado a través de Norma Plá, la activista de los jubilados. El propio Rico se encargaría -integrándose al aparato duhaldista- de demostrar lo absurdo de amalgamarlo con la retórica guevarista.
Se produjo, por lo tanto, una escisión "marxista" en el grupo con el nombre de "Resistencia Lautaro" el cual, finalmente, confluiría con otros sectores en el Frente de Acción Revolucionaria (FAR), responsable del "valeroso" ejercicio "revolucionario" del domingo pasado.
Pese a la depuración doctrinaria, esta rama mantiene varios de los rasgos característicos de su tronco originario señalados en la nota:

1) Primacía de la "acción" sobre la "teoría".
2) Referencia al modelo de la Intifada sobre el de la guerrilla urbana tradicional.
3) Inserción en los movimientos sociales de desocupados, en calidad de "refugiados".

No es sorprendente, entonces, que la "gimnasia revolucionaria" de este grupo haya tomado como motivación destacada la del combate contra "el opresor sionista", es decir, en la práctica, contra aquellos integrantes de la comunidad judía que se vinculan emocionalmente con el Estado de Israel. No es el caso ahora de elucidar lo correcto o erróneo de adoptar tal o cual postura política sobre el conflicto de Medio Oriente (lo hemos discutido abundantemente durante el ataque a Gaza) sino los roles que se están jugando en el damero local.

El acto que fue objeto de la incursión del FAR estuvo organizado por la administración municipal en el marco de un programa cultural dirigido a las distintas comunidades inmigrantes. La seguridad era, por lo tanto de su responsabilidad (¿cómo sabía el grupo activista que la estación Perú del subte no sería clausurada?).

Los dirigentes comunitarios y los responsables de la embajada tampoco ignoraban el riesgo involucrado y la existencia de la disputa del Gobierno de la Ciudad con el de la Nación por la conducción de la Policía Federal y abonaron a la misma (las primeras declaraciones apuntaron a la presunta inacción policial). La dirigencia comunitaria de representatividad más discutible en años parece haber encontrado una vía cómoda para legitimarse recostándose en el humor social crecientemente opositor de las capas medias porteñas y en la adhesión acrítica a las políticas de cada gobierno israelí, borroneando, de este modo, la distancia insalvable y necesaria entre un Estado soberano extranjero y una comunidad integrante de la ciudadanía argentina. Es significativo que los primeros informativos televisados del incidente llevaran el pie de pantalla "ataque antisionista" para rápidamente cambiar a "ataque antisemita".

El FAR y otros grupos que se reivindican marxistas han encarado la lucha por los derechos del pueblo Palestino (entre tantos otros existentes en el mundo) como sucedáneo de la lucha de clases en los términos en que ella ocurre realmente en la Argentina en este momento. Indudablemente, no tendría la misma repercusión una acción equivalente por los derechos de la minoría Tamil en Sri Lanka al carecer de una comunidad de ese origen con presencia notoria en el país. Se tiene, por lo tanto, un blanco accesible de clase media urbana que genera fuerte resonancia y refuerza la apelación de estos grupos entre los sectores sociales más postergados. En cambio, es indetectable su definición en cuanto a la disputa por el modelo de apropiación de la renta agrícola cuyo desenlace afecta de modo mucho más directo el nivel de vida de quienes pretenden representar.

Sean ciertas o no las insinuaciones del ministro Aníbal Fernández de que los dirigentes de estos grupos cuentan con respaldo de intereses oscuros, lo cierto es que ellos han optado por una estategia de inserción social a cuenta de los déficit de las políticas gubernamentales para integrar al núcleo duro de la pobreza en los beneficios del crecimiento económico sostenido por varios años. Esas políticas se han limitado al subsidio de necesidades básicas de subsistencia de ese sector pero han dejado la distribución y la organización social en manos de quienes no dudan en usar esos recursos para sumarse al desgaste del gobierno.
Para una visión binaria del conflicto social, siempre será más cómodo enfrentarse a un Estado claramente retrógrado que a uno confusamente ambiguo y complejo como el actual.
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Contra lo que algunos querrían creer, no está dicha la última palabra.

Actualización: El Filomata le puso palabras a lo que sentía al dibujar esto. Gracias.

No conozco las razones por las que el Dr. Ciapuscio (que habitualmente se ocupa de temas serios) escribió esta nota festejando el estilo humorístico de Luis Juez.
Tal vez sea porque la ofensiva del cordobés contra el kirchnerismo lo ha vuelto republicanamente simpático para los espíritus preocupados por "el avasallamiento de las instituciones".

Independientemente del acomodaticio razonamiento de los "espíritus sensibles", la deriva política de Luis Juez y -hasta cierto punto- de Hermes Binner deja en la boca el sabor metálico de lo irremediable; de lo que no tenía por qué haber sido así. De que el componente de pragmatismo superficial que hubo en las decisiones del gobierno (aliarse al cavallista Schiaretti y al aceitero Urquía) le hizo quedarse sin el pan y sin la torta.
Porque la cabra al monte tira, los intereses de clase existen y las promesas se convierten en traiciones. Porque alienándose a Juez y a Binner se perdieron dos aliados populares que hubieran podido moderar la ofensiva sojera y buscar canales de salida (como el Consejo agrario federal) para evitar el frente unido del campo.

Ahora ya está hecho. Lo que se va a votar de hecho el 28 de Junio define el predominio de los dos grandes campos de opción para los próximos años:

  1. El del Estado interviniendo y orientando las inversiones y la distribución de la renta.
  2. El del Mercado decidiendo la estructura productiva y los ingresos según la ley del más fuerte.
Lamentablemente, por esas decisiones innecesarias e inútiles, el primer campo es ahora más débil.

No es que tuviera ilusiones infundadas sobre el carácter ambiguo del kirchnerismo. En 2006 lo caractericé como un "cesarismo benévolo", una versión no reaccionaria del bonapartismo, lo que ya había entrevisto Gramsci en sus ensayos carcelarios sobre Maquiavelo y el Estado; y más claramente Trotsky en el México del General Cárdenas.

Quienes se reclaman a la izquierda del gobierno harían bien en releer a esos "principiantes" antes de echar leña al fuego reforzando con sus votos y actitudes (como sucedió con la 125) la confusión que refuerza el bloque histórico de la burguesía dependiente. La que nunca podrá arrancar al país de las garras de la producción primaria y llevarlo a la vía del desarrollo.
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Mi jefe:
Hola Roberto... la nota para "Debates" de esta semana es sobre los políticos que van hacer campaña a las villas. Dibujame a Carrió, Kirchner y De Narváez como crotos caminando una villa.
Yo: Disculpame, pero me parece que no se los puede meter a todos en la misma bolsa; Kirchner, bien o mal, hizo algo... los opositores hablan porque es gratis.
Mi jefe: ¡No me salgas con ideologismos a esta altura, che! Nosotros estamos haciendo periodismo y ahora el tema es que todos los políticos se acuerdan de visitar las villas.
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Sale la nota; habla de la oposición; no menciona a Kirchner.
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Encuentro a mi jefe en la corresponsalía porteña del diario:
Yo: Al final la nota salió como yo decía ¡ahora voy a pasar vergüenza frente a mis amigos blogueros!
Mi jefe: ¡No te hagas problemas! Esto es periodismo; en el largo plazo nadie se va a acordar...
Obama y Calderón salpicados en algo más que su dignidad (click para agrandar)

Ilustración para esta nota de Oppenheimer, que se preocupa por las consecuencias económicas que la crisis de la gripe porcina tendrá para los EE.UU y México (además de la xenofobia anti-inmigratoria).
Lo que la nota no dice es que algunos ganan mucho con la epidemia de histeria mediática (aunque está en inglés, el genial Jon Stewart es muy gráfico). Otros ganadores colaterales son: "cadenas hospitalarias como Rhoen Klinikum, productos de higiene como Henkel, Ecolab y Clorox y companías de entretenimiento como Blockbuster y Nintendo…."

El aspecto positivo del circo de la fiebre porcina es que han quedado deslegitimados los abogados de la privatización de la Salud Pública. Se ha señalado (disculpas por el link en inglés) que la información de conjunto se vio retrasada por la descentralización de las instituciones sanitarias mexicanas, mientras que las que evitaron la privatización -como el Instituto Mexicano de Seguridad Social- fueron las que respondieron más eficientemente a las emergencias.



Psicoanalista, novelista, motociclista y también ensayista, ¿por qué no?, Federico Andahazi parece ser uno de los típicos personajes emergentes del "giro cultural" cristalizado en los '90.
Lejos del intelectual existencialista o comprometido de los '60 y '70 que buscaba torturadamente un eje teórico totalizador desde el cual articular su producción intelectual, la figura del intelectual posmoderno se asume como una yuxtaposición de fragmentos teóricos, una caja de herramientas sin articular entre sí a las que se recurre ocasionalmente para sacar una idea al mercado de productos culturales.
Desde este posicionamiento social, la construcción del propio personaje (incluyendo su vestimenta, propiedades, aficiones, etc.) tiene tanta importancia como su obra, o más. Por eso puede pasar de un género a otro, apropiarse de ideas ajenas (como hizo con "El secreto de los flamencos") o espigar arbitrariamente en la historia sin mayores inhibiciones.
En esta entrevista comenta su ensayo sobre la vida sexual de los grandes personajes argentinos del siglo XIX. Si la historiografía escolar convencional construyó próceres de bronce mediante la mutilación de la documentación testimonial sobre su intimidad (p.ej. de Olazábal sobre la vida extramatrimonial de san Martín) sería perfectamente legítimo revelar la operación de pacatería ideológica y subsanarla.
Pero Andahazi va más allá; no conforme con demostrar que los individuos que trascendieron por su actuación política padecían de todas las debilidades humanas de los simples mortales (a esta altura un género literario repetitivo), cree poder colocar la anécdota libidinal en el centro del impulso motriz de la historia. Así, resulta que la decantación de las Provincias Unidas por la república, en lugar de la monarquía, podría haber sido consecuencia directa del entusiasmo de Belgrano por una francesa que lo distrajo de la tarea de encontrar un candidato al posible trono del Estado en formación, para lo cual había llegado a Londres.
Lógicamente, Andahazi no afirma semejante "teoría" de la historia; no abandona el modo potencial; no pretende demostrar. El sólo muestra, especula, juega y escandaliza; no aspira al rigor ni a la Academia.
Si el público consumidor de productos culturales alterna el espectáculo televisivo del chismerío sobre la vida de las vedettes por los ensayos equivalentes sobre los personajes históricos (y él puede asegurarse el mantenimiento de su colección de motocicletas), su misión como intelectual posmoderno modélico habrá quedado bien cumplida.