Cuando para la semana pasada me encargaron representar los "malos modales" del Kirchnerismo, las amenazas de la Presidenta de "tenerle un poquito de miedo",  que el K. "no hace política sino que ejerce el Poder", etc, me costó tomarlo en serio. Pero así me lo encargaron y así lo dibujé. 
Me cuesta creer que periodistas veteranos e independientes (no le deben  nada a Clarín) tomasen seriamente las "tormentas" artificiales creadas con párrafos editados y descontextualizados. Es claro que hay errores y defectos criticables en las acciones gubernamentales. Pero la dispersión y vaguedad de los reproches que se hacen desde la oposición mediática y sus lamentables corifeos pseudopolíticos no están ayudando para nada. 
Sin una oposición política que constituya una opción de poder, un sistema político se torna desbalanceado y frágil al carecer de alternativas en caso de una crisis del gobierno. Si el elenco gubernamental avanza en el ejercicio del Poder es porque enfrente no hay nada que permita imaginar una alternativa viable en el futuro inmediato. 
Ya tuvimos las experiencia de un gobierno telecomandado por Clarín y el FMI durante el año 2002. En realidad, desde el tibio conato de gobierno autónomo de la primera etapa de Alfonsín con Grinspun, todo fue batirse en retirada, cediendo cada vez más a las imposiciones externas, hasta sumergirnos alegremente en las arenas movedizas neoliberales de Menem-Cavallo. De la Rúa-Duhalde fueron notas al pie de un país convertido en teatro de títeres.
Sería tristísimo que tras una década de respiro de estabilidad en la conducción más o menos autónoma del país, volviéramos a esa pesadilla. Gobierno y oposición comparten la responsabilidad de dejar de centrarse en torno a una figura necesariamente pasajera y permitir la actuación de las figuras que habrán de reemplazarla por algo mejor que monigotes sin palabra propia. Las notas están acá.

Ilustración para una nota sobre los estereotipos de género en la TV argentina (Tinelli, Fulop y otros).