Esta ilustración fue hecha para
una nota de hace un tiempo, pero creo que esta es una buena ocasión para postearla.
La nota hace una especulación atendible sobre la recurrencia al pasado como apoyatura para la política presente; una práctica muy frecuente. Para contrastar, menciona la asunción de Frondizi y los escritos de Alberdi, tras la caída de Rosas, por su apelación al futuro.
Hilando un poco más fino, podríamos señalar que ambos (cada uno en su rol) fracasaron por no representar el proyecto de por lo menos alguna de las fuerzas sociales actoras de su momento histórico.
Es decir, cuando todavía no está resuelta la cuestión del Poder, entendido como el modelo de desarrollo que una clase consigue hegemonizar sobre otras (construyendo un bloque histórico junto a otras clases subordinadas que encuentran su lugar en ese modelo) no es extraño que se apele a líneas de continuidad ideológica con un pasado que brinde el arquetipo con el cual identificarse.
Y la apelación ideológica tiene un papel más relevante cuando ese proyecto ni siquiera consigue todavía ser completamente asumido como propio por la clase supuestamente beneficiaria de él.
Un viejo problema de sociedades dependientes como las nuestras -prácticamente organizadas desde el exterior- en las que la burguesía industrial no llega a constituirse como clase autónoma, saliendo de la sombra de la burguesía agropecuaria.
De ahí el carácter bonapartista de todas las representaciones políticas, quienes a menudo terminan pedaleando en el aire, abandonados a su suerte por las fuerzas sociales que los acompañan sólo hasta la puerta del cementerio.
Sin embargo, en el largo plazo, la perspectiva no tiene por qué ser pesimista. Los cambios históricos han ocurrido y -pese a la dureza de los intentos retroactivos forzados- no han podido ser suprimidos. Aunque no ha desaparecido la negativa a derivar una parte de la renta agrícola hacia la industria cada vez tiene menor capacidad de seducción.
Y no, precisamente porque los supuestos "capitanes de la industria" hayan alzado su voz claramente ante cada imprecación troglodita lanzada desde la tribuna ruralista sino, más bien, porque una "mayoría silenciosa" de las clases subordinadas (quienes viven de su trabajo, del valor agregado y su circulación en el mercado interno) no come vidrio en el momento de tomar una decisión en el cuarto oscuro. Queda para el arte de la política seguir sieendo un vehículo adecuado para canalizar ese proycto y no dejar que la tentación burocrática o individualista termine convirtiendo al vehículo en un obstáculo.