No siempre tiene uno la oportunidad de decir con satisfacción que la ilustración salió muy parecida a como la había imaginado. Encontrar una buena fotografía para el fondo también ayudó bastante.

Sobre el tema de la nota no voy a agregar nada, porque esto se venía venir desde que se confeccionaron las listas y así lo consigné en su oportunidad.
Recomiendo leer la opinión de Sidicaro. Según él, Moyano empezó a distanciarse cuando le denegaron colocar un hombre suyo como candidato a Vice. ¿Y quién era este hombre? nada menos que Recalde, quien -para colmo de la ironía- abandonó a Moyano y se quedó junto a la presidenta.

Ahora que me acuerdo, sí tengo algo que agregar. Un marxista independiente como el profesor Astarita, llega a la conclusión de que -pese a lo limitado de los motivos del paro del martes- correspondía apoyarlo como postura de clase. Humildemente, creo que se equivoca. Esta movilización sindical no tenía contenidos de clase, ya que no estaba dirigido a disputar una porción de la plusvalía que se apropia la burguesía, sino a disputarle al Estado la proporción de aporte solidario que el sector mejor pagado de los asalariados hace al más desaventajado. Ya sé que ese aporte debería salir integramente de las ganancias patronales. Pero en esta realidad de hoy, hablar como Micheli de "hambre" por los aportes de asalariados solteros que ganan más de cinco mil pesos, es pedir que se lo tome a la chacota.

Aunque el primer mandato de Obama fue bastante desilusionante para sus entusiastas por su empecinada timidez negociadora  frente a las corporaciones y la campaña vociferante de la derecha, su triunfo en las elecciones para un segundo período (o, más bien, la derrota de Romney) supuso un gran alivio.
Tal vez, la cuestión principal que estaba en juego (aunque no se lo mencionara mucho durante los debates) era el nombramiento de un juez para la Corte Suprema ante la probable jubilación de uno de los integrantes del cuerpo durante este período. La incorporación de un miembro liberal equilibraría la balanza inclinada hacia el conservadurismo durante los ocho años de Bush. Esto permitiría poner límites a los aportes multimillonarios a los candidatos (que ya presentan un carácter de transacción comercial casi desembozada) y mantener conquistas liberales básicas, como la protección social a los desvalidos, el derecho al aborto, etc.
La gran novedad  que trajo esta elección, fue el peso decisivo que tuvo el voto de las minorías (latinos, negros, feministas, gays) frente al tradicional voto del "angry-white-man", el hombre blanco enojado, con el que se embanderaron los republicanos. Rush Limbaugh (uno de sus voceros radiales más escuchados) llegó a gimotear "hay que reconocerlo: nos están sobrepasando".
Sin embargo, aunque el cambio pueda parecer espectacular (y anuncie episodios de resistencia violenta) sus efectos en el largo plazo probablemente se limiten a los aspectos culturales del "melting pot" (el crisol de razas) antes que a la propia estructura económica del país o sus tendencias generales en la escena mundial. Lo que estos sectores reivindican es el reconocimiento a su derecho a participar en un pie de igualdad en el "sueño americano", no a cambiarlo por otro.

El último actor en entrar en la liza fue el "cambio climático", gracias al impacto del huracán Sandy sobre la orgullosa Nueva York y el resto de la costa nor-atlántica. Casi ni mencionado durante la campaña, ocupó un lugar de privilegio en el discurso del presidente tras la victoria. Y, probablemente, sea en este tema en el que más visible se haga la distancia entre las palabras y las cosas. La ecuación es simple: las nuevas tecnologías de extracción de hidrocarburos de esquistos (shell oil, tight gas) ofrecen la perspectiva de revertir la curva ascendente de los costos y -sobre todo- terminar con la dependencia de la importación y el condicionamiento de la política exterior. El progresivo "desenganche" de Estados Unidos de la intervención en Medio Oriente (incluyendo el respaldo político y financiero a Israel) supondría un cambio epocal.
Lamentablemente, también supondría el "enfriamiento" del apoyo a las energías alternativas. La nave del desarrollo económico seguirá, así, con el rumbo actual inalterable. Aunque esto signifique que haya que invertír más y más en reparar los daños de un casco cada vez más deteriorado.
Muy bien, muchachos, ustedes vayan a votar por todos nosotros acá en el Resto del Mundo y ¡gocen de los próximos cuatro años! (Nosotros estamos cómodos así en el Sur, mientras ustedes no nos prestan mucha atención).