Newt Gingrich's southern road. Cick here for the English version
Hace unos dos meses cité un párrafo del libro Presagios del milenio (1996) de Harold Bloom, pope de la crítica literaria norteamericana. En el prólogo del libro, Bloom especulaba sobre en lo que unos Estados Unidos gobernados por Gingrich podían convertirse y el tipo de reacciones que podría provocar. Algo parecido a lo que está sucediendo con el movimiento "Ocupen Wall Street", tras los años de Neoliberalismo salvaje bushista, modelado con la misma ideología.
En aquel momento Gingrich parecía imparable, pero la gris realidad (infidelidades, divorcios) opacaron su brillo. y muchos de los que lo habían temido llegaron a creer que podían olvidarlo. Su reciente triunfo en las internas del P. Republicano en Carolina del Sur debería hacerlos pensar dos veces. Ante todo, deberían repensar sus presunciones sobre lo que son los "valores conservadores" para las masas que los votan: ni la familia, ni la fe, ni el individualismo; sino el odio y el miedo. Y, sobre todo, la determinación de ganar por encima de las "reglas del juego" limpio. La contradicción de los actos con la proclamación de virtud no se aplica a nuestro hombre. Si ha expresado su "sincero" arrepentimiento, burlarse escépticamente sólo demuestra la maldad de nuestros adversarios (esos intelectuales liberales). Para quienes leen inglés, recomiendo este artículo.
El propio Gingrich había marcado el camino cuando, presidiendo la oposición, comandó la desgastante persecusión de la vida sexual de Bill Clinton: no hay límites para conseguir el "asesinato" de la personalidad de un adversario. Karl Rove y el entorno de neo-conservadores bushistas, siguieron su ejemplo.
Ahora, en su discurso de triunfo, Gingrich la emprendió contra la inclinación de Obama ante el rey de Arabia Saudita (difundida en fotos y videos) y la dependencia nacional del extranjero. Él sabe muy bien que no es sólo la dependencia del petróleo la que hace al establishment norteamericano reverenciar a la dictadura reaccionaria saudita: es su papel clave como guardia pretoriana en el Golfo. Y también sabe que él haría lo mismo de llegar a la Presidencia.
Es esta clase de populismo nacionalista la que toca la fibra más íntima de los derechistas llenos de miedo y resentimiento; no la exhibición atildada e impoluta de un millonario mormón (Perry, el preferido, hasta ahora por los burócratas de su partido).
Tal vez este nuevo impulso llegue tarde para asegurarle a Gingrich la nominación republicana. Pero, con seguridad, dictará el estilo implacable de sus correligionarios por los próximos cuatro años.