Parece que el Radicalismo -a diferencia del Peronismo- no se siente cómodo encolumnándose detrás de un líder carismático. Así, cuando uno de ellos desaparece, los hombrecitos grises que hormiguean en sus comités -aliviados de tanto peso- se ponen en actividad frenéticamente, llenos de entusiasmo.
El problema -como respetuosamente señala Carlos Torrengo- es que los hombrecitos grises no tienen otras ideas más sustanciosas que el propio entusiasmo. Democrático, eso sí.
Su entusiasmo en algunos casos -como el de ese señor inexpresivo (difícilmente llegue a ganarse una caricatura) que funge de presidente del partido- les hace creer que están en condiciones de repartir condenas y perdones.
La nota del diario Río Negro finaliza con una perlita autocrítica que fue dicha en la década del '10, pero parece pronunciada ayer:
El problema -como respetuosamente señala Carlos Torrengo- es que los hombrecitos grises no tienen otras ideas más sustanciosas que el propio entusiasmo. Democrático, eso sí.
Su entusiasmo en algunos casos -como el de ese señor inexpresivo (difícilmente llegue a ganarse una caricatura) que funge de presidente del partido- les hace creer que están en condiciones de repartir condenas y perdones.
La nota del diario Río Negro finaliza con una perlita autocrítica que fue dicha en la década del '10, pero parece pronunciada ayer:
"¿Qué vínculos nos unen, entonces? En la actualidad no tenemos más que el odio a la camarilla gobernante. Todos nuestros discursos lo respiran. Surgido para eliminar del escenario político un personalismo, vive encenegado en otro"
Comments (3)
Upa, duro eh! El otro día un peronista me decía que los radicales eran un buen partido opositor. Mas allá de la chicana, yo disiento: Pocas veces toleraron solos la oposición, histeriquearon entre el diálogo y la victimización, y siempre estuvieron predispuestos a formar alianzas (incluso un Frente Popular en 1938) que no estaban decididos a respetar. Es un partido hegemónico, como el PRI, pero con la suerte del APRA, je je. Saludos.
Es que -como el APRA- bajaron rápido las banderas. Después de que murió Yrigoyen se acomodaron al "fraude patriótico" desde la oposición (un compañero de trabajo de la Juv. Radical en los '70 me contaba que a la Casa Radical la llamaban "la eléctrica" por que se pagó con las cometas recibidas por los concejales en el negociado de la CHADE). Reconozco con un poco de nostalgia que la retórica alfonsinista intentaba levantar un poco el vuelo (influencia de Portantiero y los gramscianos). La actual da menos pena que sueño. Un abrazo.
Cercano el golpe de estado del 76, declaró el líder del radicalismo Ricardo Balbín: “no tener soluciones” dando así el apoyo tácito del radicalismo al golpe militar. Raúl Alfonsín, que había constituido dentro de la UCR una corriente opositora a Balbín en el año 1972, no se le recuerda haber dado pasos concretos ante la complicidad con el golpismo de parte de la dirección oficial de la UCR. Alfonsín llegó al gobierno para salvar al sistema, lo mismo que a instituciones claves del mismo como las FFAA. El "padre de la democracia" condenó a las máximas figuras del régimen militar. Sin embargo, desde las FFAA surgió una presión en el sentido de garantizar la impunidad de todo el resto de los genocidas.
Es evidente que los demócratas, de una y de otra vertiente, fueron sumamente respetuosos de las Instituciones. Es cierto que, sea por convicción o por presión de las clases populares, condenaron a las máximas figuras del régimen militar... hasta que surgió una presión en el sentido de garantizar la impunidad de todo el resto de los genocidas. Entonces aparecieron los pactos. Y fueron secretos.
Hoy tendríamos que preguntarles qué vínculos los unen... se miran más el ombligo que los intereses del País.
Le mando saludos!!!
Mona