
Dado que la importación de bienes desde EEUU ha disminuído en medio de la crisis financiera, algunos intentan achicar el pánico. Con ese objetivo en mente, Oppenheimer se dedica a recolectar cifras que demuestren que China está todavía muy retrasada: cantidad de inversión directa en la región, ingreso per cápita, presupuesto militar. Y, ante todo, el número de patentes registradas anualmente en EEUU, que multiplica varias veces el de China.
La paradoja es que todas estas "pruebas de fortaleza" son las que China utiliza para aumentar su influencia. Porque el esfuerzo de mantener el gasto militar y el alto nivel de consumo de su población son los que mostraron el lado débil del "American Way": los déficits gemelos. Y encima, China carece de inhibiciones para aprovechar los desarrollos tecnológicos de otros a su costa. Y está más cerca de lo que Oppenheimer supone, a menos que nuevos reclamos de participación en las "mieles" del Capitalismo, como el de Sinkiang (que, extrañamente, O. no menciona) acosen sin pausa a la dictadura liberal post-maoísta.